El mejor premio fue haber podido estrechar su mano

Todos los días la veía, nos hablábamos, cuando teníamos oportunidad de salir, ya sea juntos o con nuestros amigos, en nuestro ocupaciones, en nuestros descansos, etc.

No recuerdo hace cuanto fue de que nos hablamos por primera vez, cual fue nuestro primer diálogo, tampoco recuerdo cuanto tiempo llevo de conocerla, ¿más de un mes, seis meses, un año?, no lo sé, pero lo que si sé es que desde hace cierto tiempo, ella ya es parte importante de mi vida.

Conozco todo de ella, sus gustos, sus pensamientos, sus movimientos, sus caras, sus reacciones, sus emociones, sus manías, sus pasiones, sus locuras, sus fobias, todo lo que la hace ser ella; sin embargo, sé que no cualquiera se gana el premio mayor, ese es estrechar su mano.

Ella es un chica especial, no sé si alguien más lo ha podido lograr, pero al menos, de parte de los chicos que conozco, ninguno lo ha logrado, no deja que cualquiera la intente tocar y los que se han atrevido, terminan rechazados, sabía que iba a correr el riesgo de que ella me podía hacer lo mismo, pero ya estaba tan embelesado con ella en todas sus facetas que decidí arriesgarme a lograrlo.

Empezábamos a tener citas, en cada una subía el escalón para llegar a su mano, porque sé que ganarse su amor es a fuego lento, comencé con invitarla a sus lugares favoritos, estando después en sus lugares favoritos, le di objetos que sé que a ella le encantan y le dije las palabras acertadas para alguien tan bella con tal de sacarle una sonrisa, pero mi mejor momento fue un día antes de que ella aceptara ser mi novia, nos vimos en el lugar que ella quiso a la hora que ella dijo, no recuerdo cuanto tiempo duró esa cita, sólo sé que lo sentí mágico como cualquiera día estando con ella, después de todo el amor que le di, la acompañé hasta su hogar, pero para concluir nuestra salida, tomé su mano y la mejor señal que ella me dio, fue que estrelló la suya contra la mía, desde ese instante supe que me iba a decir que sí al día siguiente.